Gustavo Adolfo Bécquer, cuyo verdadero nombre era Gustavo Adolfo Domínguez Bastida, se trasladó de Sevilla, donde nació en 1836, a Madrid para dedicarse a la literatura. Padeció tuberculosis y vivió en la penuria económica hasta que le nombraron censor de novelas y director literario de La ilustración de Madrid. Entre sus obras en prosa destacan textos como Cartas desde mi celda y Cartas literarias a una mujer, escritas en el monasterio de Veruela. Sin embargo, la cúspide de su producción se da con sus Rimas y sus Leyendas, de las que se desprende el lúgubre y sublime espíritu posromántico. Murió en Madrid, en 1870, dejando tras de sí una estela literaria cuya influencia no tiene parangón en la historia de la literatura en lengua castellana.
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